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Mostrando entradas de 2016

Noticias frescas

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Cada día el mismo día. Levantarse de noche, con frío, abrigarse por demás, salir a la calle. Al menos cuando llega a la central puede compartir unos mates con sus compañeras, media hora después sale la asignación de lugares y hasta luego. Por suerte van de a dos, así se hace más llevadera la jornada. Cuando se está solo es más difícil no pasarse el día mirando el celular. Y cuando uno mira el celular se pierde lo que está pasando. Deja de hacer su trabajo: mirar que pasa en la calle. Jamás hubiera pensado que iba a terminar trabajando de esto. La cosa está durísima y trabajo es trabajo. Con una mínima cantidad de tiempo de entrenamiento te dan la placa y a trabajar. Una profesión rentada, casi segura. Un oasis para muchas personas. Cuántos del barrio se quedaron afuera y no dieron con los requisitos para entrar, cuántos no pasaron las pocas pruebas que les hicieron (y eso que no eran tan difíciles). El problema es que ese poco entrenamiento hace que muchas cosas queden a criterio

La caja misteriosa

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Llegué a mi casa muerta de frío y cansada. Al entrar el encargado del edificio me dijo que había llegado un paquete para mí. Una caja. Me la dio y subí hasta mi departamento. En el ascensor la intriga crecía metro a metro. Estaba tan cargada que no podía ponerme a abrir la caja ahí, por eso tuve que esperar a entrar. Abrí las dos llaves, cerré la puerta, colgué la campera y la cartera, corrí al baño a hacer pis, conecté el celular al wifi y le saqué modo silencio. Una vez hecho esto me dispuse a abrir la caja que había apoyado en la mesa grande. ¿Qué tendría adentro? ¿Quién me la había mandado? No había remitente visible. La intriga aumentó cuando al abrirla vi que adentro había una caja de pañuelos descartables y una tarjeta que decía ¿Estás lista? ¿Para qué? ¿Quién me lo preguntaba? Lo primero que hice fue escribirle a mis amigas a ver qué decían. Seguro era alguna de ellas, no quería dejarme llevar por el entusiasmo de pensar que me había ganado un premio increíble o que aho

#30diasparaescribirme Día 2: Un viaje fantástico

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A los veinte años me sumé a un sueño loco que fue toda una aventura. Trabajaba en una fundación que apoyaba y difundía el género fantástico. El episodio en cuestión se dio cuando organizamos y realizamos (porque se concretó) un viaje a Viedma con numerosos escritores, creadores y representantes del género fantástico. Llegué a la ciudad de Viedma una semana antes del evento para preparar todo y esperar a los invitados. En la casa de cultura, monté una muestra de historietas curada por un gran escritor y hasta imprimí papelería 'en urgencia'. Los invitados de Buenos Aires llegaban entre el jueves a la noche y el viernes por la mañana. Ese día se realizó la jornada en el Centro Cultural y a la noche subimos al Tren Patagónico con destino a Bariloche. El tren era solo para nosotros. Lo habíamos alquilado gracias al auspicio de una compañía petrolera. No si, a ustedes, el género podrá parecer poco convocante pero teníamos todo lo que habíamos podido conseguir y más. Haríamos t

#30diasparaescribirme 1 - ¿Por qué escribo?

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Escribo porque sueño con tener la paciencia, y la constancia, para desarrollar una historia, para crear un mundo a mi gusto, habitarlo por un tiempo y que muchos lectores que lo visiten. Escribo porque me resulta natural. Leo y escribo, siempre. Aunque la mayoría de lo que escribo sea tipo diario personal. Escribo para descargar. Como catársis. Escribo para desenredarme cuando me enrosco. Escribo porque amo la palabra y la literatura. Escribo porque sueño con vivir de la escritura. Porque me gustaría encontrar personas que me lean y encuentren en lo que digo algo que los conmueva. Escribo para ser protagonista de mi mundo. Escribo para tener voz.

La milagrosa - Final

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Angélica era confiable. Acaso no era eso lo que todo el mundo necesitaba? Una crema que les dijera en quién confiar y en quién no? Podía ser todo tan simple. El problema era que no. Una vez que le puso la crema Angélica la miró con cara extrañada y le preguntó: - Para qué es la crema? Muy buen olor no tiene, te aviso. Se rieron juntas. Ahora había que dar el salto y hablar de lo importante. De la comunidad, del reality, de los intereses que los organizadores tenían en vender un producto (el programa de TV). Porque en realidad ese era el fin máximo. Conseguir dinero. Testear personas. Crear una comunidad y estudiarla, pero no para nada maravilloso, sino para hacer negocio. Y qué ganaban estos tipos con esta idea? Eso se preguntaba mientras volvía a su casa del tercer encuentro con Angélica, habían ido al cine a ver la última de los Cohen. Otra vez volvía a su casa sin haberle contado nada de la comunidad. Del Reality. Otra vez volvía a su casa sin cumplir el objetivo impuesto. Es

La media roja

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Quería comenzar su día encontrando las medias. No era tanto pedir. Arrancar por metas pequeñas.. Había decidido que esa semana solo iba a hacer cosas que la entusiasmaran y que fueran disparatadas, sin sentido. Ergo, buscar la media durante cuarenta minutos no era una forma tan mala de empezar. Focalizada en seguir su deseo, determinada a ponerse medias rojas con una pollera violeta y una remera negra a lunares. Un éxito! Mejor no podría arrancar! Claro que las cosas era más complicadas de lo que ella esperaba. Ya había revuelto medio departamento y la media no aparecía. Solo una tenía en la mano y lo chequeaba cada tanto por si se había equivocado y tenía las dos. Ni hablar las veces que revisó el cajón de las medias. Incontables las oportunidades que miro adentro del lavarropas, en el tacho de la ropa sucia y abajo del tender (uno nunca sabe). Pero la media revelada aún se negaba a aparecer. A esta altura, ya era un desafío. Para ella y para la media. La media se escondía en al

La milagrosa (Parte 2)

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Habían pasado dos semanas ya y aún no tenía el coraje de salir a encarar a la persona que le había tocado en la foto. Sabía que se llamaba Ángela y que tenía 27 años. En su ficha personal decía que había estudiado varias carreras sin terminar ninguna. Que alquilaba un departamento. Que tenía un perrito al cual amaba y que adoraba ir al teatro. Según estaba escrito Ángela no pasaba una fin de semana sin que fuera a una función. Esa, según lo había analizado con su coordinadora de misión, era la oportunidad ideal para encararla y lograr que probara la crema. El testeo de la crema era algo realizable. El tema era, una vez que se confirmara el efecto, convencerla para que aceptara ir a la comunidad. Ahí estaba la dificultad. Hacerle entender a una persona normal, con su vida organizada, la conveniencia de dedicarle un tiempo a esta nueva experiencia. Explicarle las posibles aplicaciones que tendría el estudio y como los fondos recaudados por la televisación y la publicidad serían uti

La milagrosa (Parte 1)

Entró a la oficina sin saber que era lo que iba a ocurrir. La habían llamado el día anterior a su casa para una reunión, pero no le habían dado más explicaciones. – Si quiere conocer al profesor tendrá que venir a la cita a las 14 horas -. Todo resultaba extraño pero nada de eso la hizo pensar que no tenía que ir. Una mujer de mediana edad, vestida muy correcta, le indicó que se sentara en la sala de espera. Había otras cinco personas en el mismo espacio. Todas mirando hacia abajo, distraídas o leyendo alguna revista vieja que encontraron en la mesa central de la habitación. Las sillas estaban desvencijadas y muy percudidas. Se notaba que habían sido hermosos asientos en su momento. En la pared de enfrente había un cuadro que tenía pintada una yegua de color naranja. El caballo estaba saltando una cerca y parecía que podía caerse del marco en cualquier momento. Siguió mirando para todos lados, observando, registrando, quería irse del lugar con una idea integral de dónde había estado

Sangre

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Pero la puta madre! ¿Con qué me tropecé? Hay sangre por todos lados. Que impresión. - No te preocupes. Me lastimé en un lugar delicado pero no es grave. Me puse hielo y con eso paré la sangre. Solo me queda limpiar. No, no creo en ponerme azúcar. Me dan cosa los cristales en la herida. Prefiero el agua oxigenada al alcohol. Está bien. Corto y me voy a vendar y limpiar antes de que un vecino piense que me dedico al crimen organizado. Dale. Te llamo cuando termino. Bueno. Te amo!- Ahora a ver si realmente me lastimé mucho. Qué miedo me da la sangre. Si no tuviera que actuar me desmayaría. Suerte que tengo que hacer. Justo la mano derecha. Que cagada! Era bella mi taza favorita. Bella y parece que filosa. Quedó irreparable. Que torpeza. A la basura. Entre diarios claro, para que nadie más se vuelva a cortar. Timbre. ¿Y ahora? ¿Quién será? Llave. Cerradura. Tranquilidad. Mimos. Abrazos, besos, sana sana en la mano herida. Y de yapa, trajo helado! Felicidad.

La escritura es comunicación

Claro. Pensar eso explica muchas cosas. Escribir es comunicar. Escribir cosas propias es comunicarse en forma personal. Es decir que siento. Es abrirme y mostrarme. Exponerme. Que me gusta. Que no. Que me quita el sueño. Inés Sainz, escritora y bloguera, hace un ejercicio muy interesante que creo que puede desbloquear esa resistencia que siento a la exhibición de mi esencia. Se titula confieso e invita a confesar Aquellas cosas que no nos animamos a decir, a listarlas en forma desordenada e improvisada. Allí voy: Confieso que tengo miedo. Confieso que me gusta la idea de escribir pero no me siento a hacerlo. Confieso que no valoro lo que hago. O lo que no hago. Confieso que estoy cansada de escaparme de mis deseos y sueños. Confieso que deseo y sueño mucho, constantemente. Confieso que me gustaría ser alegre, risueña, liviana y encantadora. Confieso que quiero salir de mi cascarón. Confieso que quiero cambiar, explota, socializar, ir por todo aquello que quiero. Confieso qu

Las llaves del molinete

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Escaleras de cemento. Peldaños. Bajarlos paso a paso hacia un subsuelo. Una vez ahí, caminar. Caminar entre una multitud. Lentamente. Tratando de no pisarle los talones al que va adelante. Caminar como pisando huevos, para no pisar a nadie. Apuro, urgencia. La velocidad de la lentitud de la hora pico. Llega el momento más importante. Enfrentar al molinete. Hay que pasar rápido. No dudar. Porque si no la muchedumbre zombie se enoja, empuja, se queja. Buscar rápido, sacar la tarjeta Sube. Apoyarla en el lector. Que pase. Que tenga saldo. Que el molinete se destrabe. Fluir con la corriente. La misma rutina todos los días. Excepto hoy. Hoy todo es distinto. Porque en lugar de la tarjeta magnética apoyé las llaves. Las llaves de mi casa. El manojo entero, no una llave en especial. Pasé por el molinete sin darme cuenta. Repitiendo un movimiento aprendido y repetido. Al pasar del otro lado me di cuenta que algo había cambiado. Adelante mío estaba la misma estación de siempre pero distin

Miedos de infancia

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Monstruos, el hombre de la bolsa, ladrones, roperos gigantes a oscuras, encierro, gritos, tías besuqueras, sentarse a upa de una desconocida en el colectivo, perder la plata para el kiosco, perderse. Mi peor miedo de niña era a los accidentados. En especial ensangrentados, aunque los enyesados no se quedaban atrás. No sé qué sucedía. Qué misterio me aquejaba. Por dónde venía el asunto. La cuestión es que me aterrorizaban las pobres personas accidentadas. Jamás ninguno me hizo nada, claro está. El miedo y el pavor estaban anidados en mí de todas formas. Qué extraña situación canalizaría por ese lado. ¿En una vida anterior me habría pasado algo con respecto a eso? ¿Habré sido enfermera en una guerra antigua? O huyendo habré quedado sepultada entre yesos y lesionados? Intrigante. Pasados los miedos infantiles podía asomarme al Diccionario de ciencias médicas que había en casa, mirando y no mirando fotos de espantosas lesiones de piel. Creo que allí descubrí que peor que una lesió

Los lunes en los museos

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Ustedes conocen los museos. Son esos edificios grandes donde hay guardados objetos de otros tiempos, para que podamos conocerlos. Elementos que pertenecieron a otras personas, animales prehistóricos y sus esqueletos, ropas, armas, utensilios para cocinar y muchas cosas más. Ustedes los deben conocer porque es un lugar de paseo, a donde se suele ir con la escuela o la familia. Al museo también se puede ir los fines de semana, pero los lunes están cerrados. Esos días yo iba con mi mamá a los museos, porque ella trabaja ahí y quienes trabajan van también los lunes, por más que no haya visitas. Recorrer un museo sin nadie alrededor requiere muchísimo coraje. Es casi un ejercicio de superhéroe andar por museos vacíos. Imaginensé: salas grandes, techos altos, animales disecados, maniquíes vestidos con ropas antiguas y máscaras, vasijas gigantes y hasta pedazos de paredes. Es de día, pero adentro no hay nadie. Las vitrinas están llenas de cosas pero en silencio. Todo es quietud, como s